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lunes, 2 de marzo de 2015

PHENOMENA The ultimate cinematic experience / Last Action Hero, 1993 (El Último Gran Héroe)


Hubo una época dónde ir al cine era mucho más que un plan de Viernes noche o Domingo por la tarde, aquellos tiempos sin internet y dónde no teníamos una decena de revistas especializadas. A decir verdad, recuerdo que cuando era un niño las primeras imágenes que ahora podrías ver en una revista yo las veía por primera vez tras el cristal del escaparate, acompañando al cartel principal de la película. Fotografías comerciales del film que en muchas ocasiones ya estaban deterioradas debido a su paso por varias salas, su exposición al sol o las chinchetas. Llegar un rato antes para pasearme por el hall de la sala en busca de carteles de próximos estrenos era un ritual obligatorio o comprar las palomitas tranquilamente para poder estar rodeado de las esperanzas que los espectadores habían depositado en la peli que estaban a punto de ver.

Estaría horas hablando de todos y cada uno de los detalles por los que yo (y muchos más) empezamos a amar el cine, pero estoy aquí para hablar de lo que la iniciativa PHENOMENA | The ultimate cinematic experience ha conseguido evocar con la apertura de su nuevo cine. 

Pude saborear la experiencia en el Palau de Congresos con la proyección de Gremlins (1984) y Grease (1978), y aunque aquello no se me olvidará en la vida, seguía faltando algo.

Por suerte, ese algo ya existe. Se acabaron los traslados de una sala a otra. Phenomena ya tiene su centro de mando y al volante uno de sus máximos responsables: Nacho Cerdá.


Al poner un pie en dicha sala ya se empieza a respirar el amor por el cine. A ambos lados de la entrada, de camino a la taquilla se puede disfrutar de una selección de carteles clásicos junto a los geniales fotogramas que anteriormente comentaba. Antes de acceder al hall principal, una alfombra que nos advierte: LA REALIDAD TERMINA AQUÍ.

 

Al entrar Steven Spielberg te da la bienvenida metido dentro del animatronic utilizado en Jaws (1975) y Ridley Scott nos mira junto a Sigourney Weaver en el rodaje de Alien (1979), en ese instante es cuando se confirma que todo detalle ha sido pensado con gran cariño, o eso me pareció al pisar la misma moqueta que se utilizó en El Resplandor (1980).

El bar es un lugar curioso aunque de lo más acogedor, supongo que debido a su iluminación. Puede ser considerado un dato friki pero debo felicitar a la persona que decidió poner cubitos de hielo en la coca cola y no esas cosas horribles que sirven en las multisalas y que diluyen el refresco.

Entrar en la sala provoca un orgasmo friki acojonante, empezando al traspasar las cortinas rojas (unas viejas conocidas) y acabar descubriendo el ambiente que desprenden los espectadores esperando ilusionados poder volver a ver en el cine (o incluso por primera vez) una película que marcó sus vidas. 



En esta ocasión ibamos a disfrutar de Last Action Hero (1993) conocida en España bajo el título de El Último Gran Héroe.




John Mctiernan es uno de mis directores favoritos (Jungla de Cristal, Depredador, Los Últimos Días del Edén o Basic lo demuestran) y las películas que se atreven a romper la cuarta pared me encantan. No había ningún motivo para ignorar esta gran ocasión. 

El film que nos ocupa en su momento fue infravalorado e incluso me atrevería a decir incomprendido. Quiero imaginar que debido a su ejercicio de metacine, la autoparodia de por aquel entonces uno de los mayores héroes de acción y dos grandes rivales: Cliffhanger (Máximo Riesgo, 1993) y Jurassic Park (1993).

Mctiernan nos regaló lo que perfectamente podría ser el Cinema Paradiso (1988) de los aficionados al cine de acción de finales de los ochenta e inicios de los 90.

El guión de Shane Black siempre quiso reírse de todos aquellos tópicos que habían definido al género y que en muy pocos años acabarían con él.

Nacho Cerdá nos brindó una pequeña introducción, explicando una movida que hubo con algunos estrenos cómo resultado de una huelga de dobladores que afectaron a varias películas que compitieron en taquilla aquel mismo año. Eso nos respondió a por qué Stallone o Arnold tienen una voz tan extraña y distinta en los doblajes de Máximo Riesgo y El Último Gran Héroe. 



Las luces se apagaron lentamente y las cortinas se abrieron para dar paso a la pantalla en la que veríamos la película en un estupendo cinemascope y un sonido que muchos cines querrían tener. 

Que voy a decir de esta maravilla, sigue siendo tan bonita cómo el día que se estrenó.
Desde las increíbles set pieces de acción, una lección de cine. Los guiños, cameos y homenajes o la rockera banda sonora. Una carta de amor al cine, que en su momento se atrevió a reírse de lo que estaba a punto de suceder.


Todos aplaudimos cuándo aparecieron las botas de Jack Slater por primera vez, o con los gritos y ataques de ansiedad del Sargento de policía.

Fue increíble volver a cruzarnos con Catherine Tramell o el T-1000. 

Ver morir a Al Leong (otra vez) o apreciar claramente los dobles de acción. 

Fijarte años después que la actriz que interpreta a la madre del niño es la misma que la de Tom Hakns en Big (1988) o que la muerte es Ian Mckellen. 

Disfrutar de unos fake trailers muchos años antes de Machete's y compañia.

O nos emocionamos al recordar lo que era poder soñar con entrar en una de tus películas favoritas.

Porque al fin y al cabo por eso recomiendo ir a Phenomena, hoy en día es el único cine que te permitirá volver a vivir las películas como antes y tendrás la oportunidad de compartir la experiencia con desconocidos que sienten el mismo cariño y respeto que tú por el cine. 


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